Las percepciones que tiene la sociedad mexicana sobre el día a día en nuestra democracia cambian en el tiempo, no son estáticas. A este conjunto lo llamamos cultura política, y ella tiene una conexión directa con el entendimiento de los procesos democráticos. Como señala la académica Jaqueline Peschard, en una sociedad democrática las orientaciones y actitudes de la población hacia la política van a depender del conocimiento que se adquiera sobre los problemas públicos y asuntos políticos, más allá de las posibles percepciones o impresiones que se tenga de los mismos. Por lo anterior, el análisis de estas percepciones se tiene que realizar frente al modelo de una democracia representativa contemporánea.
Una de las herramientas más recurrentes en nuestro país, y en muchos otros, para captar esta opinión son las encuestas, las que se emplean como una técnica casi exclusiva de la investigación en las ciencias sociales que nos permite la generación de datos clave para monitorear los cambios en la sociedad o su evolución.
Hoy en diversos medios se presentó el Informe País 2020, el cual fue realizado por el Instituto Nacional Electoral (INE) en colaboración con el Programa de Naciones Unidad para el Desarrollo (PNUD). Este documento analiza los resultados de la Encuesta Nacional de Cultura Cívica (ENCUCI) 2020, realizada por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), y nos ofrece datos sobre las opiniones y percepciones del ciudadano respecto a la democracia en México a través de tres dimensiones: la representación, la participación y los valores democráticos.
En el tema de la representación, se capta la confianza institucional, la relación entre la ciudadanía y la autoridad, las identidades políticas, los partidos políticos, el imaginario sobre el país, la subrepresentación y la exclusión de diversos grupos; respecto a la participación ésta se aborda en sus diversas modalidades, como son la cívica, la comunitaria, la ciudadana, la política y la electoral; finalmente, se analizan los trastornos y déficits de la democracia como el clientelismo, la corrupción, la coacción, la intolerancia, la discriminación y la exclusión.
Algunos de los principales resultados, que vale la pena destacar en esta columna, son que casi siete de cada diez personas prefieren la democracia que cualquier otra forma de gobierno, nivel que se ha mantenido en las diferentes encuestas en México. En particular, los hombres están más satisfechos con la democracia que las mujeres, pues ellas pueden tener una apreciación más crítica sobre el funcionamiento del régimen político. Otro punto a destacar es que de la población de 15 años y más, el 94% está de acuerdo o muy de acuerdo con la idea de que en las elecciones debe haber el mismo número de mujeres y de hombres ocupando las candidaturas, además de que el 96% señala que los hombres y las mujeres deben tener las mismas oportunidades de participar en todas las áreas del gobierno. Con base en estos datos, podríamos pensar en la ruta de un cambio generacional en torno a esta percepción, que normaliza y acepta el derecho de las mujeres a participar en la esfera pública.
Finalmente, un dato que es necesario una discusión más amplia en el modelo de la democracia contemporánea, es la representación. Los datos del Informe País 2020, señalan que los legisladores federales obtienen los porcentajes más bajo de la ciudadanía al no sentirse representados por ellos, y la pregunta que surge es cuál es el papel de los diputados federales en el modelo de representación ¿representar a un distrito electoral o a la nación en su conjunto? Por otro lado, la ciudadanía se siente más representada por el presidente de México y los presidentes municipales, seguido de los gobernadores y gobernadoras de los estados.
Dra. Ana Claudia Coutigno Ramírez
El Colegio de la Frontera Norte