El pasado 21 de julio tuvo lugar en Phoenix, Arizona, un seminario binacional para abordar el tema de la agenda ecológica para la conservación del río Colorado, mismo en el que participamos junto con colegas de la Universidad Estatal de Arizona, Universidad Estatal de Colorado, Comisión Internacional de Límites y Aguas (CILA) y el Consulado General de México en dicha ciudad. En el evento se abordaron a profundidad los aspectos ambientales que se establecen en las Actas 319 y 323 de la CILA en el contexto de la declaratoria de la Comisión Nacional del Agua sobre el inicio de emergencia por ocurrencia de sequía para el año 2022, publicada el 12 de julio en el Diario Oficial de la Federación.
El Acta 319 de la CILA del 2012, consideró otorgar 195 millones de metros cúbicos de agua y 3 millones de dólares para propósitos ambientales en la porción mexicana del cauce del río Colorado; la subsecuente Acta 323 del 2017 cuya vigencia concluye en septiembre del 2026, considera 259 millones de metros cúbicos de agua y 18 millones de dólares para investigación científica, monitoreo y proyectos de restauración, aunque los grupos ambientalistas sugieren contar idealmente con 40 millones de dólares. La distribución de las aportaciones de flujos ecológicos, debe ser de un tercio por parte de Estados Unidos, un tercio del gobierno de México y otro tercio a través del consorcio de ambientalistas de ambos países, agrupados en la llamada organización “Salvemos el río Colorado”, misma que debe negociar para conseguir sus volúmenes. Cabe mencionar que en tiempos de flujo normal del río, no ha sido sencillo conseguir dichos volúmenes para el medio ambiente, toda vez que en la práctica, la mayor parte se extrae del lado mexicano, ya sea a través de mecanismos de financiamiento para infraestructura hidroagrícola a cambio de agua o, en su caso, compra de derechos al Distrito de Riego 014.
Las razones de tal dificultad para conseguir volúmenes para fines ambientales son variadas y van desde la alta competencia por el agua en un contexto de reducciones obligatorias y ahorros “voluntarios” que de hecho se implementan desde el 2021 con ahorros para México de 51 millones de metros cúbicos; para el 2022 sumarán 99 millones entre ahorros y reducciones, el equivalente al consumo anual del organismo operador de Mexicali; y, seguramente, la próxima semana se dará el anuncio por parte de la CILA sobre otro nivel de reducciones y ahorros que en conjunto podrían sumar al menos 128 millones de metros cúbicos durante 2023.
También hay otras causas, como la desconfianza por parte de quienes tienen los derechos de riego para con los negociadores principales de los flujos ecológicos, éstos últimos que un día igual aparecen apoyando abiertamente la instalación de la planta cervecera Constellation Brands en Mexicali y otro día argumentando la importancia de conservar el medio ambiente del río Colorado, algo por demás incongruente. A pesar de ello, es necesario enfatizar que, para quiénes viven, juegan y trabajan desde siempre cerca del río Colorado, contar con agua para el medio ambiente es de suma importancia toda vez que ello garantiza dar continuidad al ciclo hidrológico. Una característica del perfil del negociador de volúmenes ambientales que ayudaría mucho, sería dejar a un lado la soberbia y mostrar franca empatía con los otros usuarios.
No obstante lo anterior, hoy en día, el principal obstáculo para reunir dichos flujos ecológicos, es la declaratoria de inicio de emergencia por sequía ya que es justamente el agro –junto con la industria- el principal usuario obligado por la autoridad del agua a transmitir de manera temporal volúmenes de agua concesionados para que éstos puedan ser utilizados en los usos prioritarios doméstico y público-urbano y así cumplir con la política social y con las medidadas preventivas y de mitigación para enfrentar la sequía prolongada ya desde 1999 en esta región. Así, aparte de esperar que la fecha de declaratoria de conclusión definitiva de la emergencia llegue pronto y no se vean restringidos los sectores productivos, tal vez valdría la pena que la gestión del consorcio ambiental para conseguir flujos ecológicos para el cauce del río Colorado, considere invertir primordialmente en las aguas residuales tratadas o de drenaje agrícola antes que en las de primer uso previamente asignadas a sectores productivos.
Dr. Alfonso Cortez Lara
El Colegio de la Frontera Norte