La investigación demográfica ha mostrado que los comportamientos de la fecundidad se transmiten de una generación a la siguiente. Diversos estudios han encontrado que la edad al inicio de la fecundidad de los padres tiene un efecto real y significativo en lo que se refiere al comienzo de la maternidad de las hijas y la paternidad de los hijos, e indican que este vínculo se ha hecho más fuerte en el tiempo.
Quizás la consecuencia más grave de la cual se tiene conocimiento asociada a la procreación en la adolescencia temprana y media, es la probabilidad mayor de que las hijas de madres jóvenes experimenten ellas también un embarazo en una edad precoz. Esta transmisión intergeneracional respecto al momento en el que se inicia la reproducción se considera una de las consecuencias más graves del embarazo en la adolescencia ya que perpetúa un ciclo de desventaja.
Un autor (Bengston, 1975) sugiere que actitudes, valores y preferencias de los padres y los hijos con respecto a la procreación pueden ser similares porque comparten posiciones sociales, antecedentes y experiencias. Lo anterior resulta consistente con la idea de que la socialización de las hijas se relaciona únicamente de manera espuria con la edad de su madre al primer nacimiento; los hijos se pueden comportar como sus madres simplemente porque sus oportunidades y restricciones fueron moldeadas por las mismas fuerzas sociales.
La hipótesis alternativa es que el comportamiento en la procreación de la madre de la primera generación, por sí mismo, produce la similitud entre generaciones en el momento del primer nacimiento.
Las hijas de madres adolescentes pueden sostener actitudes, valores o preferencias que son favorables a la maternidad temprana porque reproducen los comportamientos de sus madres. Las mujeres que fueron madres adolescentes probablemente sean más favorables a mantener actitudes positivas hacia la maternidad adolescente y ellas trasmiten estas actitudes a sus hijas por el proceso de socialización.
La teoría de la socialización es el modelo dominante de la transmisión directa intergeneracional de comportamientos demográficos, incluyendo el momento de entrada en la maternidad.
La teoría afirma que la semejanza del comportamiento de los hijos con el de sus padres es el resultado del aprendizaje directo y la observación indirecta, ya sea consciente o inconsciente que ocurre conforme crecen los hijos.
Con base en la Encuesta Nacional de los Factores Determinantes del Embarazo adolescente en México (Enfadea) realizada en el año de 2017, se observa que del total de mujeres entrevistadas, 18.5 por ciento había tenido un embarazo antes de cumplir los 18 años, es decir en la adolescencia temprana y media.
Por otro lado, 29.7 por ciento de las adolescentes cuya madre presentó un embarazo antes de los 18 años, se embarazó también antes de esa edad, mientras que entre aquellas cuya madre no tuvo un embarazo antes de la edad mencionada, sólo la mitad, 15.3 por ciento, tuvo un embarazo en esta fase de la vida.
El porcentaje más alto de este indicador, entre las variables y categorías analizadas, se ubica entre las mujeres con menor escolaridad; 46.2 por ciento de las entrevistadas que sólo había cursado la primaria completa o menos presentó un embarazo antes de la mencionada edad, mientras que este indicador es de 9.0 por ciento para aquellas que habían cursado al menos un año de educación media superior o superior.
Asimismo, se observan niveles bajos de este indicador entre los grupos de entrevistadas que se consideraban religiosas o muy religiosas, 17.6 por ciento y entre aquellas que residían en zonas urbanas, 16.2 por ciento. La escolaridad tanto de la madre como del padre son variables que también muestran un efecto en el nivel de embarazo de las jóvenes entrevistadas: 27.8 por ciento y 26.7 por ciento de aquellos casos que experimentaron un embarazo en la adolescencia se ubican en la categoría de menor nivel escolar de la madre y el padre; mientras que este indicador es de 8.6 por ciento y 7.3 por ciento entre los grupos cuya madre y/o el padre presentan el mayor nivel de escolaridad, respectivamente.
La probabilidad de que una mujer cuya madre tuvo su primer embarazo antes de los 18 años esté en la misma situación, es de .65 con una posibilidad de error de 10.8 por ciento. Con relación al tema de interés respecto a la transmisión intergeneracional del embarazo en la adolescencia, el análisis muestra que la probabilidad de tener un embarazo en esta etapa de la vida refleja que existe una asociación estadísticamente significativa con el hecho de que la madre también haya tenido un embarazo en la adolescencia, antes de los 18 años.
Dra. Yolanda Palma Cabrera
El Colegio de la Frontera Norte