Los efectos del cambio climático (CC) que se han evidenciado como ondas de calor y frío extremos, pérdida de especies y ecosistemas, desertificación e inundaciones, entre otras tantas consecuencias ambientales por las emisiones de gases efecto invernadero (GEI) con la que contribuimos por producir comida, ropa, objetos de higiene personal y muchos otros objetos. Por todo ello es que surge un movimiento denominado “zero waste” o cero residuos, que es una forma más consciente y sustentable de pensar y actuar ante lo que compramos.
Un ejemplo de lo anterior es la ropa como residuos, un ejemplo es el cementerio de prendas del desierto de Atacama, Chile, en donde se apilan montañas de ropa tirada clandestinamente, debido a que entran por la zona franca del puerto de Iquique a mil 800 km de Santiago de Chile, en donde los recolectores informales buscan prendas para revender o usar en sus barrios o países. Cabe mencionar que esto puede suceder en México, sea vía tianguis o mercaditos ambulantes, que vende ropa de segunda mano o de” paca”, que al dejar de usarse se mezclará con los residuos domiciliarios o en tiraderos clandestinos.
Y ¿qué impacto tienen estos tiraderos de ropa y textiles para el ambiente? En primer lugar, una prenda textil como calcetines tarda en degradarse de dos semanas a un mes, un vestido de poliéster 200 años y un suéter de lana entre uno y cinco años, si dicha ropa que se tira de manera ilegal implica tirar recursos como agua, suelo y emisión de gases atmosféricos que usaron desde el cultivo o extracción del recurso hasta llegar a la prenda. Por ejemplo, en el cultivo del algodón o extracción de petróleo para generar una prenda se requirió el uso de agua, suelo y energía para producir los hilos que formarán la tela. A lo que se suma, la contaminación de los pigmentos que colorean dichas telas, en donde hay grandes impactos por contaminación de agua. El mejor ejemplo es la producción de pantalones de mezclilla, que requieren 7 mil litros de agua, que incluye el lavado para eliminar los colorantes hasta obtener el tono deseado y el agua con colorantes requiere ser tratada en planta de agua industrial antes de verterse a alguna corriente de agua natural. Cabe referir, que el agua del lavado de la mezclilla presenta al menos cinco metales pesados (cadmio, cromo, mercurio, plomo y cobre), que si descargan a cuerpos de agua afectando las cadenas tróficas, especies acuáticas y los metales se acumulan en tejido de peces y fondo de los cuerpos de agua, hay la probabilidad de llegar a nosotros cuando consumimos organismos provenientes de cuerpos de agua contaminados. A lo que se suma, el diseño, armado y traslado al lugar de la venta. Implica también el uso de energía, agua, emite contaminantes y generan residuos, y esto es mayor cuando la ropa proviene de lugares lejanos como Corea, China, India u países similares.
Ante dichos impactos ambientales y presencia de tiraderos de ropa, es que surge “cero residuos”. En campo de la moda “zero waste” usan patrones que implique que en corte de tela se desperdició y genere mínimos residuos, con esto surgen las empresas que tiene la etiqueta de cero residuos y avala su uso responsable del material para crear sus diseños de prendas.
A
lgunas preguntas para ser parte de “zero waste” o que debemos considerar al comprar alguna prenda serían: ¿dónde se ha fabricado la prenda? o ¿este tipo de ropa se desechará pronto? O ¿utilizan materiales reciclados o biodegradables?
Y otras preguntas que debemos hacer hoy en día como consumidores conscientes y sustentables son: ¿qué puedo hacer? Existe muchas alternativas, una es optar por marcas de ropa cero residuos, disminuir mi consumo de ropa, compras locales o de segunda mano, donarla o vender la ropa que no usamos o siendo muy creativo es el trueque de ropa, costureras o diseñadoras alternativas que renueven tu ropa o de plano tú mismo, y evitar contribuir con residuos que afecten al ambiente. Querido lector ¡compártenos tú qué haces!
Dra. María Eugenia González Ávila
El Colegio de la Frontera Norte