A finales de los noventa, realicé un trabajo sobre el conflicto de Han Young en Tijuana. En ese momento, pude entrevistar a uno de los gerentes de la empresa, y le pregunté: los trabajadores dicen que los supervisores de la empresa, los golpean en la línea de producción, ¿Qué opina? Su respuesta me dejó impactada: “lo que pasa es que los mexicanos no aguantan nada, se quejan de cualquier golpe”, por ejemplo, de que hago esto (ejemplifico una palmada en la cabeza). Le dije: eso está prohibido en México, y me dijo ¿Por qué? Es lo más común en Corea. Recientemente, en entrevistas realizadas con trabajadores de una empresa coreana en Saltillo: las opiniones no variaron “explotadores”, “negreros”. Sin embargo, no son solo los coreanos, sino varios empleadores, extranjeros y mexicanos, los que siguen utilizando si no golpes, si la agresión verbal, el maltrato, la discriminación, que se niegan a tratar con dignidad y respeto a los trabajadores. El trabajo digno no solo comprende buenos salarios y prestaciones, sino también un buen trato en el espacio laboral; la búsqueda para conciliar el espacio laboral y familiar y ser tomados en cuenta para las decisiones centrales de la empresa.
Sin embargo, en un porcentaje de espacios laborales de México, el maltrato y despotismo patronal sigue vigente e incluso ha sido un factor paralelo a las demandas económicas en las protestas obreras. En el movimiento de Matamoros de 2019, que movilizó más de 50,000 trabajadores, una de las demandas que acompañaban al aumento salarial y bono económico fue el mejoramiento en el trato laboral de los supervisores. Los trabajadores se quejaban del despotismo con que eran tratados. La queja no solo ser registra en Matamoros se extiende a otros espacios laborales y en distintas áreas, en los servicios, el comercio, espacios educativos, etc, a través del territorio nacional, en donde se visualiza a los supervisores, o partes gerenciales, como capataces, en lugar de intermediarios que favorezcan la conciliación y el respeto en los espacios de trabajo.
El problema del acoso y hostigamiento laboral está bastante arraigado y perpetuado en el mundo laboral mexicano y se relaciona con nuestro pasado autoritario, caudillista y patriarcal. En no reconocer la equidad laboral que existe entre los integrantes de una comunidad laboral, desde el puesto más bajo hasta el más alto nos hace parte de una misma entidad. A pesar de su persistencia, el tema no fue considerado como relevante sino hasta los años ochenta, a raíz de la reestructuración económica, con las exigencias de productividad, y flexibilidad cuando surgieron distintos estudios sobre el mobbing (hostigamiento) y el burnout (agotamiento) laboral, que denunciaron el incremento en el hostigamiento laboral, especialmente hacia las mujeres, y el agotamiento en trabajadores de la educación, la medicina y la industria. El tema no ha logrado constituirse en un aspecto central del análisis social, a pesar de que el casi el 50% de los trabajadores mexicanos sufren de hostigamiento (https://www.publimetro.com.mx/noticias/2023/08/14/trabajo-sufres-acoso-laboral-revisa-que-lo-disparo-y-que-danos-causa/#:~:text=Casi%2050%25%20de%20empleados%20sufre%20mobbing&text=Esto%20%C3%BAltimo%20significa%20que%2C%20al,jefe%20o%20compa%C3%B1ero%20de%20trabajo), que los lleva a enfermarse o a dejar el empleo por la presión.
No obstante, desde el año 2021, la Organización Internacional del Trabajo (OIT) ha impulsado el convenio 190 para evitar el acoso laboral. Este convenio “reconoce el derecho de toda persona a un mundo laboral libre de violencia y acoso, incluidos la violencia y el acoso por razón de género”. El convenio fue ratificado por México en julio de 2022, acción que obligaría a nuestro país a terminar con el mobbing en los distintos espacios laborales. Empero, no solo es por la adhesión internacional a este convenio, sino porque la Ley Federal del Trabajo en su artículo 3 y 3 Bis marca el rechazo al hostigamiento laboral y la violencia, es por lo que las autoridades gubernamentales deben erradicar y sancionar a los empleadores que siguen recurriendo a estas prácticas laborales de dominación autoritaria e impulsar los espacios libres de violencia.
En una forma complementaria y fundamental, los trabajadores también desempeñan un papel central en la solución de la problemática, mediante la denuncia de cualquier acto de violencia y hostigamiento laboral ante las instancias correspondientes de su lugar de trabajo, sus organizaciones sindicales, si las hay, y ante las autoridades laborales de su localidad. La OIT recomienda tres aspectos centrales para erradicar el problema: reconocer el hostigamiento, desde sus aspectos menos visibles; proteger a los trabajadores que lo enfrentan y abogar por la reparación del daño a los trabajadores. En la recomendación 206, de 2019, (https://www.ilo.org/dyn/normlex/es/f?p=NORMLEXPUB:12100:0::NO::P12100_ILO_CODE:R206=)}, la OIT menciona las acciones que gobiernos, empresas y trabajadores deberían asumir para erradicar esta problemática.
Así pues, la solución no solo depende de que la parte patronal y gubernamental, asuman su responsabilidad sino de que los trabajadores denuncien cualquier acto de hostigamiento para frenar esta problemática y presionar para que las leyes nacionales e internacionales se cumplan para tener espacios libres de violencia y hostigamiento. Para ello, hay que conocer que el hostigamiento laboral, al igual que la violencia, tiene grados, y hay que reconocerlos, para frenarlo desde el inicio y no llegar al punto máximo en donde la salud e integridad física pueden estar amenazadas, en esta tarea, el conocimiento del violentómetro laboral
https://administracionyfinanzasplem.gob.mx/u_generoViolentometro.php, desempeña un papel central. Solo la denuncia del mal trato, la discriminación y la violencia puede ayudarnos a construir un espacio laboral basado en la dignidad y el respeto para todos.
Cirila Quintero Ramírez
El Colegio de la Frontera Norte, Unidad Matamoros.
Las opiniones expresadas son responsabilidad de quien las emite y no reflejan necesariamente una postura institucional de El Colegio de la Frontera Norte. |