Luis Enrique García Jiménez.

Lic. en Psicología, Mtro. en Ciencias en Recursos Naturales y Desarrollo Rural, y estudiante del Doctorado en Estudios Culturales de El Colegio de la Frontera Norte (COLEF).

Contacto: lgarcia.desc2019@colef.mx

Butler (2009) considera a la precariedad como la condición inducida por la que una serie de personas quedan expuestas al insulto, la exclusión y la violencia al ser desprovistas de su condición de sujetxs dignxs de derechos. En más de un sentido, refiere a las formas en que las personas son concebidas como inferiores por encarnar y/o representar condicionantes que, supuestamente, amenazan la vida, conllevando su nula o poca garantía de supervivencia. Por haber nacido o ser inducidxs a vivir en la precariedad, la concepción de lo humano se reduce, supedita, excluye por aquellxs que justifican la pérdida de la dignidad mediante la amenaza o el ejercicio de la violencia asesina (Butler, 2004, p. 46). Por tal razón, se pregunta: ¿qué es lo que cuenta como vida humana? ¿que hace que una vida sea vivible y digna de ser llorada?

Siguiendo a los escritos de Butler, la vida humana es protegida solo si lxs individuxs pertenecen a una matriz de inteligibilidad donde acatar las normas sociales brinda un sentido de pertenencia al sistema u orden de significación coherente. Esta situación admite el uso y distribución de diferencias que posibilitan la alta protección de ciertas vidas mientras otras ni siquiera son dignas de duelo, en tanto dicha protección es administrada y controlada por políticas adscritas al bio/necro/psicopoder. Así, aunque se trata de un aspecto recurrente en la construcción social e identitaria de los Estados-Nación y que las instituciones sociales y los órdenes político-económicos son creados para evitar las condiciones de precariedad, la sociedad ante el COVID-19 sufre por el poco o nulo soporte jurídico, económico y/o social, que le expone marginalmente al daño, la violencia y la muerte (Pérez Orozco, 2014). Así, al mantener vulnerables y sin protección a lxs abyectxs al sistema, la precariedad respaldada por el Estado-Nación es una condición política que induce a una vulnerabilidad máxima.

Desde lo institucional, académico y civil, las continuas transgresiones performativas de lxs activistas de los movimientos sociales postulados en contra del cisheteropatriarcado racista, clasista, etc., constituyen un eje central de reflexión-acción ante la precariedad. La intersección de sus cuerpos y sus almas abyectas reivindica los modos performativos que reproducen aquellas normas que rigen su inteligibilidad espaciotemporal (Butler 2009, p.33). Por lo mismo, es necesario comprender que las normas sociales, más que leyes inflexibles, son vectores del poder atenidos históricamente a negociación política cuando se reconoce su condicionamiento negativo sobre las vidas minusvaloradas. Por ello, en la performatividad de sus prácticas y sus discursos configuran modos de actuación con consecuencias políticas para quien no es reconocidx como un ser cuya vida merece protegerse, y llorar de perderse.

La vida precaria caracteriza a quien no es entendidx como reconocible, legible o dignx de vivir bajo la lógica y rúbrica del orden heteropatriarcal que suprime las identidades, prácticas y poblaciones debido a sus condiciones de vida. Así, urge repensar la precariedad, vulnerabilidad, e interdependencia de y hacia nuestros cuerpos para proponer una ontología social que asista en la reelaboración discursiva de las significaciones políticas, económicas, sociales y culturales ante la precariedad del cuerpo. Ya que cuando la vulnerabilidad social de los cuerpos es reconocida, ésta tiene el poder de cambiar el sentido y la estructura de la vulnerabilidad misma (Butler, 2004, p. 71), la subversión del orden heteropatriarcal inicia al reconocerse las normas que constituyen distinciones entre los cuerpos sexuados, así como por su condición de género y por la orientación de sus deseos. Junto al reconocimiento de las desigualdades sociales promovidas por tales distinciones de clase, su replanteamiento podría transformar los significados atañidos a nuestra condición humana, y a la existencia misma.

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Archivo COLEF

Bibliografía y referencias

Butler, J. (2004). Vida precaria. El poder del duelo y la violencia (1ª ed.) Buenos Aires: Paidós.

———– (2009). Performatividad, precariedad y políticas sexuales. Revista de Antropología Iberoamericana, 4(3), pp. 321–336.

Pérez Orozco, A. (2014). Subversión feminista de la economía. Sobre el conflicto capital-vida. (4ta Edició). Madrid, España.: Traficante de sueños.